sábado, 11 de diciembre de 2010

Lo cotidiano, campo de batalla

(Publicado en el suplemento ADN del diario La Nación)

Por Daniel Gigena

En su primera novela, el argentino Ignacio Molina cuenta la historia de dos parejas y despliega sus relaciones amorosas en clave íntima y contenida

Ignacio Molina (Bahía Blanca, 1976) publicó en 2006 el volumen de cuentos Los estantes vacíos, con el cual Los modos de ganarse la vida comparte estilo narrativo y cierto repertorio temático. También es autor de los poemas de Viajemos en subte a China y de un manual sobre "culturas juveniles" titulado Tribus urbanas. En su blog Unidad Funcional, aparecen reseñas sobre sus libros, misceláneas y una singular defensa del kirchnerismo.

Dos amigos y sus parejas, Luciano y Guillermo y Cecilia y Marina, transitan casi siempre por un mismo espacio: Primera Junta, Caballito, Flores, Ramos Mejía, Caseros, el Centro. Quioscos, puestos de diarios, demasiadas pizzerías, paradas de colectivos, cuadras con luminarias descangayadas, albergues transitorios, barrios detenidos en los años setenta (la política asoma solamente en una consigna de esa época: "Libertad a los presos de Trelew") construyen un escenario que sobresale por su falta de atributos. De casa al trabajo y del trabajo a casa, surgen no obstante en esta chata topografía rodeos, desvíos, contratiempos que van desde fumarse un porro con dos desconocidos en una plaza porteña hasta sofocar una crisis amorosa con rondas urbanas. Como átomos con conciencia (y una ética elástica), los personajes van tejiendo redes que, pese a sus fisuras, configuran tarde o temprano redes de supervivencia en las que apenas se perfila el esbozo de una respuesta, una rendición o una revuelta íntima (separarse, reconciliarse, emigrar, embarazar a la novia de un amigo), en una ciudad hostil para adultos y jóvenes, solitarios y emparejados, desocupados y trabajadores.

(La reseña completa, clickeando acá)

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